El sentimiento de rechazo es una de las cosas que más afecta nuestra seguridad y autoestima, especialmente cuando ocurre en la infancia, ya que es en esta etapa cuando debemos aprender a querernos y a valorarnos a nosotros mismos.

Por el afecto que el niño recibe de sus padres, de los adultos importantes que lo rodean y de sus compañeros de escuela, se siente querido y acogido. Cuando el niño no siente que recibe todo el amor que considera necesario, puede sentir que no lo merece, y así comienza a no sentirse lo suficientemente bien, o digna de ser amada. Esto puede generar un sentimiento de auto-rechazo, impidiendo que el niño madure emocionalmente de una manera apropiada, lo que ciertamente traerá un daño afectivo a su vida adulta.

Las consecuencias del sentimiento de rechazo en la infancia

Un niño que se siente rechazado puede dejar de ser espontáneo y buscar siempre la aprobación de los demás. Siempre empieza a actuar de la manera en que se imagina que debe hacerlo.

En otros casos, el niño puede reproducir lo que siente en otras situaciones, y así termina impidiendo que otros se le acerquen, evitando o rechazando cualquier intento de acercarse a él.

¿Cómo lidiar con ello?

La paciencia y el diálogo son importantes para ayudarla, para que sienta que tiene espacio para ser ella misma. Comprender lo que siente el niño y cuáles son sus dificultades y preocupaciones es fundamental.

Los adultos siempre pueden (¡y deben!) expresar su amor, con atención y actitudes afectuosas que valoran al niño, sus habilidades y logros, para que gane seguridad, confianza en sí mismo y autoestima. De esta manera, el niño puede convertirse en un adulto más seguro de sí mismo.

Además, debemos estimular siempre la empatía, para que los más pequeños aprendan desde muy pequeños a ponerse en la posición del otro. De esta manera, pueden desarrollar la capacidad de ver la misma situación desde diferentes puntos de vista, lo que puede favorecer sus relaciones con los demás y consigo mismos.